jueves, 12 de junio de 2014

Un alimento integral Conozca las múltiples propiedades del coco

Desde su alto contenido en fibra, hasta el nivel calórico de su carne
El coco es un alimento con propiedades nutritivas no sólo para mantener un consumo adecuado de fibra, sino con beneficios dermatológicos muy superiores a otros alimentos. Sin embargo, hay que consumirlo con moderación dentro de una dieta equilibrada, para que sepas más de él te traemos 9 propiedades del coco:
Originario: Las palmeras de coco han dispersado ampliamente por las corrientes marinas en los viajes de los seres humanos a lo largo de los trópicos. Probalemente se originó en algún lugar de la zona Indo-Malaya, pero fue Marco Polo uno de los primeros europeos en describir los cocos.
¿Fruto o nuez?: Botánicamente, los frutos secos son en realidad un tipo de fruta, pero son muy diferentes en características, por su duro caparazón y alto contenido de grasa. El coco, por ejemplo, contiene 60% de grasa cuando se seca.
Pura energía: Así que por su alto contenido en grasas saturadas, es mejor comerlo con moderación. Para que te hagas una idea, cien gramos de coco suponen unas 300 calorías.
Fibra: Entre sus beneficios nutricionales destaca su alto contenido en fibra, la cual ayuda a prevenir el estreñimineto y reduce el riesgo de cáncer de colon. Además reduce los niveles de colesterol y por ende el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas. También contribuye a la saciedad.
Minerales: En cuanto a las sales minerales, el coco contiene especialmente potasio y magnesio. El primero ayuda a mantener la energía, mantenerse alerta y evita los calambres y la pérdida de apetito. Por otra parte, Una dieta promedio contiene alrededor de 300 mg de magnesio , de los cuales dos tercios se absorben. La mitad se excreta por los riñones, aunque todo depende del funcionamiento de la hormona paratiroidea y la hormona calcitonina. El magnesio es importante para la transmisión neuromuscular . También es un cofactor importante en los procesos enzimáticos que forman la matriz del hueso y en la síntesis de ácido nucleico. La deficiencia de magnesio puede resultar del uso excesivo de diuréticos y de insuficiencia renal crónica, el alcoholismo crónico, la diabetes mellitus no controlada, y la mala absorción intestinal.
Agua de coco: Al igual que la propia fruta, el agua de coco es muy rica es sales minerales, por lo que se puede convertir en una forma perfecta de hidratarse, especialmente en verano con lo que se repone la pérdida de sales por la sudoración excesiva. Ya que los minerales no sólo imparten dureza a los huesos y los dientes, como el calcio, también tienen amplias funciones en el metabolismo, como son en forma de electrolitos para controlar el movimiento del agua dentro y fuera de las células, como componentes de sistemas de enzimas, y como constituyentes de muchas moléculas orgánicas.
¿Aceite de coco? Se utiliza desde hace mucho tiempo en bronceadores, champús y otros productos cosméticos, gracias a su alta concentración de ácido láurico, un acido graso saturado con propiedades antibacterianas, antivíricas y antimicóticas. Aunque en la industria se utiliza para la cocina, dado que resiste la oxidación y por ende le da mayor vida a los productos en el estante. Esas propiedades también sirven a la piel, dado que es un potente antiradicales libres que promueven el envejecimiento.
Predicador en su propia tierra: Aunque el coco encuentra su mayor utilización comercial de los países industrializados del mundo occidental, su utilidad en sus áreas nativas es aún mayor. Los indonesios afirman que los cocos tienen tantos usos, ya que hay días en un año, según consta en un artículo en la Enciclopedia Británica.  Además de los granos comestibles y la bebida obtenida a partir de nueces verdes, la cáscara de coco se obtiene una fibra muy resistente al agua salada y se utiliza en la fabricación de cuerdas, esteras, cestos, cepillos y escobas.
Construcción: Otros productos útiles derivados de la palma de coco se utilizan en materiales de construcción. Las hojas de palma maduras se utilizan en tejados. El tronco del árbol resistente a la descomposición se incorpora a la construcción de cabañas; también se exporta como madera o en muebles.

Fuente/Sabías un dato
Foto/Archivo

¿Qué hacer si llega el lobo feroz?. Por José Vicente Rangel



Lo que hoy escribo contiene reminiscencias del pasado, crítica y autocrítica, percepción de la realidad, preocupación, optimismo. ¿Motivo?: el clima existente en el país. La angustia creciente. Expectativas que surgen y se desvanecen. La impresión de muchos compatriotas de que algo va a pasar -como en el cuento de García Márquez. ¿De verdad va a pasar algo extraordinario, distinto a lo que cotidianamente depara el vórtice en que vivimos? Voy al grano. Ante todo, no pretendo alarmar. Pero sí que tomemos conciencia de la delicada situación por la que atraviesa Venezuela. Situación económica difícil, ante la cual el Gobierno hace cuanto puede -y un poco más- para sortearla. Situación política complicada por dos razones: características de la oposición y descarada injerencia de EEUU en los asuntos internos del país. Ahora bien, lo que ocurre no es para deprimirse. Al contrario, sirve para estimular la capacidad combativa del pueblo venezolano; para tomar conciencia de los desafíos que ponen a prueba. Que conste, lo que escribo no es retórica. Quienes me conocen saben que no la practico.

Hay una amenaza cierta sobre Venezuela. Contra el orden constitucional imperante y, lo más grave: de acuerdo al formato que emplea el Gobierno de EEUU en sus nuevas aventuras imperiales -tipo Libia y otras-; no solo busca apoderarse del petróleo y otros recursos naturales, sino destruir el Estado y acabar con el “mal ejemplo” de los procesos liberadores. EEUU carece de escrúpulos. En nombre de la libertad -y ahora de los derechos humanos que siempre pateó- planifica brutales agresiones. El proyecto se apoya en la subversión interna de la que participa la ultraderecha, partidos anacrónicos, grupos económicos refractarios al cambio y una excrescencia neofascista. Esta heterogénea y sórdida combinación de intereses asume las tareas sucias. Es responsable de la cruenta actividad desestabilizadora que comenzó el 12-F de este año que, a su vez, alimenta la conjura mediática en el exterior.

Venezuela enfrenta una conspiración atípica. El país nunca estuvo sometido a una amenaza como la que ahora encara. Desde que Nixon planeó la conjura contra el proceso político y social que encabezó Allende, no se veía en la región algo parecido. Ahora el contubernio EEUU-burguesía local-fascismo criollo, agrega a lo que ocurre un descaro sin precedentes. Estas consideraciones tienen que ver con lo que puede pasar próximamente. No soy profeta, pero intuyo que el plazo se achica. El fascismo, que montó la guarimba, se inserta en el formato del “golpe continuado”. Ahora se dispone a iniciar, con más violencia y recursos -cuenta con 15 millones adicionales acordados por el Congreso a Obama-, la segunda etapa del plan. En tanto, la actitud de la llamada “oposición democrática” no puede ser más cínica. Confirma la estrecha relación entre lo que se planifica en Washington y lo que se ejecuta en Caracas. Su carácter cipayo hace que este sector se desentienda de la escalada intervencionista de EEUU. Que ignore mensajes ominosos como la iniciativa del Congreso de legislar sobre Venezuela y las constantes agresiones verbales de voceros de la Casa Blanca. La pregunta es si estamos preparados o no para hacerle frente a lo que se nos viene encima. Porque no cabe duda de que los integrantes de la conspiración antinacional se dispongan a todo. Ya no hay espacio para la conjetura sobre sus intenciones. Lucubrar si se decidirán a actuar es insensato porque la decisión está tomada. No entenderlo así es vivir en una galaxia.

La lectura de un singular testimonio político apuntala mi tratamiento del tema. Se trata de la versión del periodista chileno, director de la revista Punto Final, Manuel Cabieses, sobre su experiencia cuando el golpe de Pinochet. El texto figura en el libro La Conspiración contra Allende, del escritor Juan Jorge Faundes. Cabieses refiere su vivencia personal días antes del 11 de septiembre de 1973. Confiesa: “Hablábamos del golpe, pero jamás pensamos que estábamos a horas del mismo”, y agrega: “Te cuento esta anécdota -Cabieses al entrevistador- porque refleja el estado de empelotamiento (modismo chileno) generalizado que había respecto a la conspiración”. Y explica: “Tenía una vaga idea de que se iba a resistir, pero sin saber cómo ni con qué. Como se pudo comprobar, no estábamos preparados para el golpe”. Luego agrega: “Los exiliados brasileños y argentinos nos habían advertido de esta debilidad de la izquierda. No teníamos idea de lo que era un golpe, no lo habíamos vivido. Teníamos una visión, digamos, romántica, y una sobreestimación de nuestras capacidades para resistir un golpe. Pero no teníamos la más remota idea de lo brutal que podía ser”. El resto del reportaje es la narración de la experiencia vivida por el periodista durante el golpe y posteriormente. Cuenta cómo éste lo sorprendió en su trabajo, en el diario Última Hora, y la indefensión en que vivió a partir de los acontecimientos. Por lo cual afirma: “de tal manera que estaba solo y pensando qué podía hacer, para dónde ir”. Observó a distancia la euforia desbordada de la derecha por el derrocamiento del presidente constitucional y el júbilo del sector por la feroz represión que se desató. Lo demás es la odisea del periodista y militante, la prisión, los campos de concentración: Chacabuco, Puchuncaví y Cuatro Álamos; el exilio, el retorno al país para participar en la resistencia, y la vuelta a la democracia -18 años después- para asumir la reaparición de Punto Final.

Los venezolanos sí hemos vivido golpes, exitosos y fracasados. Unos lo olvidan o se resisten a reconocer sus efectos; otros, no. Así como los procesos de gestación. Pero hay que tratar de que la memoria no flaquee y mantener incólume el recuerdo. Que ahora se necesita más que nunca debido a la amenaza de la siniestra confabulación de intereses contra la democracia y la soberanía nacional. No soy pesimista ante lo que sucede. Considero que el gobierno bolivariano cuenta con importantes recursos, entre otros, la mayoría del pueblo, la Fuerza Armada, partidos, trabajadores, poder popular. Comparada esta situación con la del 11-A, la ventaja es abrumadora. Pero ahí, justamente, está el peligro. Consistente en sobreestimar el poder de la revolución y subestimar el poder de la contrarrevolución. Hace doce años pasó eso. Lo admito con sentido autocrítico. Ni los servicios de inteligencia del Estado funcionaron. A la revolución la salvó el pueblo con su prodigiosa intuición, y el carisma, coraje, astucia de Hugo Chávez. Estuve en ese entonces en el centro de los acontecimientos y puedo dar fe de debilidades y fortalezas, de lealtades y traiciones y, sobre todo, del excepcional sentido de la conducción del comandante de la revolución y su mágica conexión con el pueblo.

Ahora la revolución bolivariana cuenta con más recursos, pero no está Chávez. Por tanto, el compromiso de quienes dirigen es mayor. Las exigencias se multiplican. Veo con horror el enfrentamiento cruento entre venezolanos. Soy fanático de la paz. Pero he arribado a la conclusión de que el enemigo quiere la guerra. Por tanto, se precisa conocer lo que hay que hacer en el momento en que las circunstancias lo exijan. Ojalá no lleguemos a esa encrucijada fatal, pero no hay que subestimar la intención de la contrarrevolución de acabar con todo. De ahí su persistencia en la violencia. A la hora de la verdad -en las chiquiticas- tenemos que saber lo que hay que hacer cuando el lobo feroz ataque. Muchos saben cómo actuar, pero hay que estar conscientes y organizarse. Por último una clara advertencia: ir contra la Constitución tendrá un costo elevadísimo.

Por: José Vicente Rangel / jvrangelv@yahoo.es

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