Por: Nicmer Evans |
Un rotundo éxito la jornada realizada en La Habana significó la cumbre
de La CELAC recientemente desarrollada. No sólo por las decisiones que
se tomaron o la asistencia mayoritaria de mandatarios, si no, porque al
fin desde nuestro continente se rompe el bloqueo impuesto por los EUA a
Cuba, a pesar de las nefastas declaraciones de sus voceros, que
evidencian el desprecio que aún profesan a nuestros pueblos, afirmando
que ese encuentro va en detrimento de la democracia, inmensa miseria que
devela una vez más la clara intención imperialista e injerencista de
cualquier gobierno del imperio en decadencia.
Sin embargo, para Venezuela tiene una especial connotación este
encuentro, donde entre tantos tópicos tratados, el asunto de una moneda
única como posible acción concreta de unión, o integración( para otros
desconocedores del legado del Libertador Simón Bolívar), tiene poderosas
implicaciones en el marco de una crisis económica que vive nuestro
país, producto de una absoluta dolarización de nuestra economía de
manera indirecta, como consecuencia de nuestra dependencia extractivista
y el rentismo petrolero que se basa en la generación de divisas casi
exclusivamente de la venta de petróleo a los EUA y otras potencias.
Si a esto le sumamos el hecho de que la realidad de muchas de las
economías del Caribe y Suramérica se encuentran incluso más
comprometidas, al estar 100% dolarizadas, la situación muestra una
complejidad nada fácil de resolver.
Uno de los mecanismos que emergen como referencia para esta moneda única
en La CELAC es El SUCRE, como mecanismo de intercambio comercial sin la
mediación del dólar, creación del Presidente Chávez, y que podría ser
un primer paso para avanzar hacia una moneda única. El intercambio
comercial mediante el Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos
(SUCRE) entre países miembros ha superado los 850 millones de dólares
durante el 2013, informó el presidente del Banco Central de Venezuela
(BCV), Eudomar Tovar en agosto del 2013, pero irónicamente encuentra en
las transacciones entre Ecuador (una economía dolarizada) y Venezuela
(una economía rentista y de transacciones mayoritariamente
dolarizadas), la mayor magnitud de operaciones en este sistema. Sólo
durante el primer semestre de 2013, se registraron 687,12 millones de
dólares en pagos para Ecuador y en este mismo periodo, pero en el año
anterior, se habían registrado 667 operaciones, es decir, 157
operaciones más, llegando a un pago final de 258,80 millones de dólares,
lo que indica que aquellas economía más dependientes del dólar detro de
La ALBA y que tienen alguna fortaleza de intercambio comercial son el
epicentro de un sistema que pretende sustituir al dólar como moneda.
Si a esto le sumamos la crisis cambiaria que se vive en nuestro país, ya
que el 97% de las divisas que entran al país son originadas por PDVSA, y
encuentra en sus operaciones vicios inexplicables de especulación y
contrabndo, hace pensar que el SUCRE si no trasciende a una moneda real,
apenas atenúa un problema concreto de nuestra economía: no producimos
lo que necesitamos para ser independientes.
Pensar en una moneda de la CELAC sólo es pensar en trasladar el problema
de una moneda a otra, si no se resuelven los problemas estructurales.
La dificultad se centra en el hecho de que la participación de Venezuela
en un mercado endógeno latinoamericano y caribeño sería ficticia al
menos que la mayoría de las exportaciones petroleras se dirijan a este
mercado o se diversifique su producción, y la posibilidad real de
fortaleza y subsistencia de una moneda de la CELAC dependería en gran
parte del nivel productivo de sus participantes.
Esto no minimiza la importancia de una moneda única de los países de La
CELAC, pero si advierte que para el caso venezolano no sería una
solución real a sus problemas económicos al menos que potencie y
diversifique su capacidad productiva.
Esto, entre otras cosas, nos convoca a reflexionar sobre cómo desde la
plataforma unitaria que nos propongamos, el epicentro de todos nuestros
dilemas es como superamos el parasitismo de una burguesía rentista y
especuladora, y asumimos el camino hacia un Estado Comunal productivo,
que aporte a la siembra del proyecto chavista en el continente como
alternativa real al capitalismo.